Nacimos siendo buceadores, ¿te acuerdas?

16/05/2020
Sebas Solans

¿Qué aporta el buceo?, explorando más allá de las típicas palabras que usamos habitualmente, como que “el buceo te permitirá descubrir sensaciones únicas…” ¿pero qué sensaciones? ¿qué momentos ayudan a tener sensaciones únicas?

Está claro que el buceo se practica un medio que no es el nuestro, pero me gusta recordar a la gente que sí lo fue durante 9 meses, lo que dura un embarazo, aunque nuestros recuerdos de esos momentos ya no existen. Seguro que durante este tiempo, rodeados de un líquido, las sensaciones deberían ser muchas, y una de ellas seguro que era la de seguridad. Hemos olvidado que crecimos y nacimos siendo animales acuáticos.

Muy pocas personas pueden recordar anécdotas completas de lo que sucedió en sus vidas cuando eran bebés (hasta los 2 años), y de hecho, la edad promedio de nuestro primer recuerdo es a los 3 años con cuatro meses. Una de las razones por lo que esto sucede es que antes de ese momento, nuestro cerebro no había desarrollado la habilidad de almacenar recuerdos autobiográficos. Hemos olvidado nuestra conexión con un líquido al estar sumergido en él. 

Mi mujer me descubrió lo importante de realizar actividades sensoriales para mis hijos, con el fin de desarrollar sus sentidos. Pero al hacernos mayores estos juegos desaparecen y creemos que ya no son necesarios. Nadie ya nos insiste en lo importancia de continuar experimentando con nuestras sensaciones y algunas nunca más las disfrutaremos, quedarán en el olvido. Definir una sensación es complicado, todo el mundo las tiene diferentes, y hablar de ellas es muy subjetivo. Pero sí podemos hablar de esos momentos que potencian la estimulación de éstas, como el buceo.

El agua como espacio permite la evolución del cuerpo en el estado de casi ingravidez aportando sensaciones de placer y ligereza. La mente no recuperará esos recuerdos perdidos del placer de permanecer envueltos por un líquido, pero el buceo nos permitirá experimentar sensaciones de bienestar muy agradables. Sólo debemos encontrarnos seguros bajo el agua, todo lo restante viene después. 

En Japón han creado un museo digital, donde el visitante, vestido y caminando, visita zonas donde recrean mediante proyectores las sensaciones de estar envueltos en un líquido, reproduciendo un espacio de inmersión corporal masivo, logrando sensaciones nunca antes vistas. Este mundo fantástico donde las obras de arte desaparecen y se entremezclan con otras crean en nosotros un estado increíble y hacen que generemos un potente estimulante natural, ¡las endorfinas! Las endorfinas son sustancias producidas por nuestro cerebro, con una estructura muy similar a la de los opiáceos (morfina, opio, etc.) pero sin sus efectos adversos. Estos químicos naturales actúan como potentes analgésicos y estimulan los centros de placer creando situaciones satisfactorias que contribuyen a eliminar el malestar. 

Existen varias formas para estimular la producción de endorfinas. Básicamente, todas las actividades que nos resultan placenteras las convocan. Su aparición provoca cambios positivos en nuestra actitud y en nuestro estado de ánimo. 

Para poder bucear debes disponer de una certificación de buceo, es decir, que has realizado un curso Open Water Diver. Este curso es mucho más importante de lo que piensas. En él no sólo aprenderás conocimientos teóricos, técnicas y ejercicios para bucear con seguridad, sino que aprenderás a volver a tener esa conexión con tu vida acuática olvidada. 

El agua, como espacio tridimensional, nos ayuda a jugar con nuestro cuerpo, a experimentar en posiciones imposibles de conseguir en tierra firme. Es un juego nuevo para nosotros y un lugar donde volver a recrear esta libertad física. Tener una mano fuera del agua sintiendo el calor del sol mientras todo nuestro cuerpo está sumergido, respirando lentamente, observando las nubes, ¡es toda una experiencia sensorial! 

También se ha demostrado científicamente que cambiar la forma de respirar cambia la actividad del cerebro. Y durante el buceo vamos a cambiar como nunca lo hemos hecho antes, nuestra forma de respirar. Mediante nuestra respiración, más consciente que nunca por el sonido de las burbujas al ser exhaladas y pasar cerca de nuestras oídos, lograremos la concentración y la relajación a través de la respiración. Para conseguir una respiración lenta deberemos desplazarnos suavemente bajo el agua y ser capaces de tener una buena flotabilidad. Tanto si estamos bajo el agua o en la superficie, respirar es clave para nuestro bienestar. Las respiraciones lentas y profundas durante un buceo también tienen un efecto calmante: solemos respirar de esta manera cuando estamos relajados o descansando.

La formación de futuros buceadores/as Open Water Diver debe ser impartida por monitores que tengan brillo en los ojos, que en el agua cuando los miras parezca que sonrían y que entiendan la formación sólo se enseña con pasión. Y todo empieza por sentirse seguros/as por todo lo aprendido y por el acompañamiento de nuestro instructor/a. Elegir una buena escuela de buceo es posiblemente una gran elección de la vida. La formación que has recibido da seguridad, elimina miedos y te prepara para saber qué hacer en cada ocasión. La seguridad en ti y en tus conocimientos es el principio del estado de placer. 

Nuestro trabajo así, es más que formar buceadores, es formar a personas que entienden el buceo como más que una actividad para observar vida marina, sino para realizar una actividad que produzca placer y llenarte de sensaciones positivas, ¡producir endorfinas!